Nuestro país es una de las economías en desarrollo más importantes del mundo, y el entorno actual, nos brinda la invaluable posibilidad de explorar oportunidades que bajo el contexto de nuestra era, nos da la responsabilidad moral de revertir paradigmas que hemos arrastrado durante mucho tiempo, a pesar de las lecciones que el pasado y el presente nos siguen brindando.
Uno de los paradigmas a vencer es la poca planificación financiera y patrimonial. En las últimas mediciones del INEGI, realizada hace cinco años, muestra que sólo uno de cada quinientos mexicanos cuenta con un testamento, mientras que hasta el año 2019 los seguros de vida han tenido una penetración en México de apenas el 2.3%, cuando en el resto de países miembros de la OCDE es del 8.9%.
Por otro lado, cerca de 80 mil personas se jubilarán en la primera generación Afore en 2022, de quienes menos del 30% alcanzarán una pensión promedio de $4,500 pesos mensuales y el otro 70% no habrá alcanzado el número de semanas cotizadas requeridas, lo anterior aún sin considerar que en la actual generación vivimos bajo esquemas laborales que nos brindan poca o nula protección para el retiro. Los datos parecen sólo eso, hasta que la realidad nos alcanza a nosotros mismos.
La interrogante más importante es: ¿Por qué no pensamos en el futuro? El escritor Octavio Paz decía: “La indiferencia del mexicano ante la muerte se nutre de su indiferencia ante la vida…”, y es que pertenecemos a una cultura de la inmediatez donde todos nuestros esfuerzos suelen concentrarse en lo que queremos lograr hoy o al menos de manera pronta, pensamos poco en los riesgos que trae consigo la vida y damos por hecho que las realidades más crudas estarán ajenas a nosotros.
Pienso en mi abuelo, un señor de carácter firme y espíritu inquebrantable, tuvo una de esas historias dignas de admirar, comenzó desde abajo migrando del estado de Guerrero a la Ciudad de México con la ilusión de sacar adelante a sus ocho hijos. Con mucho trabajo logró construir un patrimonio, vinieron años de bonanza pero con ellos también los excesos y la poca planificación. Esto hizo que sus últimos días dependiera de los pocos recursos que los activos que quedaban pudieron darle. Es un hombre al que muchos admiramos y también extrañamos, pero no puedo evitar pensar que su historia financiera pudo tener un final distinto de haber tenido el mapa correcto de sus finanzas y patrimonio.
Según el CONEVAL, el 80% de las personas adultas mayores que habitan en el país se encuentran en pobreza, es decir poco más de 12 millones. Se estima que para 2050, los adultos mayores seremos casi la cuarta parte de la población total de nuestro país. Hace un par de años el INEGI reveló que 7 de cada 10 personas de la tercera edad que siguen trabajando lo hacen bajo la informalidad, lo que condiciona aún más su realidad económica. Por lo anterior es prioridad cambiar la historia de lo que hasta hoy como sociedad somos.
El filósofo de la administración Peter Drucker dijo: “La planificación a largo plazo no es pensar en decisiones futuras, sino en el futuro de las decisiones presentes”, cada decisión de hoy va determinando el mañana y en buena medida por eso decido honrar la historia de mi abuelo, no dejó una gran herencia material, o al menos no la que pudo haber dejado, pero lo que si heredó a manos llenas fue un legado de trabajo, de sacrificio y la capacidad de creer en sí mismo hasta construir con muy poco algo muy grande.
La prosperidad financiera y el éxito económico no es cuestión de suerte y tampoco es cosa del destino; son las decisiones que vamos tomando y los riesgos contra los que nos vamos protegiendo lo que nos va dando trascendencia.
Solemos caminar en la vida sin imaginar cómo nuestras decisiones van afectando no solamente nuestro destino, sino también el de otros. En medio de esta pandemia muchos hemos escuchado la posibilidad de reinventarnos cuando a la crisis le vemos el rostro de oportunidad.
Que estos tiempos ayuden a nuestra generación a entender el valor de la planificación. Cualquiera podría dejar una herencia, pero el mérito se encuentra en construir un legado que trascienda en las vidas de otros.
Luis Alberto Vázquez Pineda – Agente Senior